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Historia jurídica de Antonio Meño Ortega.

La fatídica historia de Antonio Meño Ortega empieza el 3 de julio de 1989, cuando este estudiante de Derecho de 20 años se sometió a una operación estética de nariz en una clínica madrileña. La intervención quirúrgica se realizó con anestesia general y duró, según el cirujano, entre 20 y 25 minutos. Del quirófano salió Antonio en coma vigil irreversible, con las funciones intelictivas y cognoscitivas completamente abolidas y dependiendo de los demás para poder realizar sus necesidades más elementales.

Sus padres denunciaron la situación ante el Juzgado de Instrucción Nº 19 de Madrid, que condenó al anestesista porque, según el relato de los hechos y las pruebas; cabía hablar de "una cierta imprudencia en la actitud" de este profesional. Según recoge esa sentencia, el anestesista procedió a la extubación del paciente sin existir evidentes signos de que Antonio hubiera recuperado la respiración espontánea.

El anestesista de la clínica fue condenado a una indemnización a la familia. Posteriormente recurrió en apelación esa sentencia condenatoria y la sección séptima de la Audiencia Provincial de Madrid revocó la dictada en primera instancia, absolviéndole de toda indemnización y condenando a los padres del paciente afectado a pagar 400.000 euros por las costas procesales, así como al embargo de su casa.

Tras ello, a los padres de Antonio sólo les quedó la vía civil y acudieron al Tribunal Constitucional. Así mismo, desde primeros del año 2009 y hasta casi finales del 2010 (veinte años después de la operación, y aun con el asunto sin resolver), permanecieron mas de 500 días pidiendo "justicia" acampados con su hijo en una tienda de campaña en la céntrica plaza madrileña de Jacinto Benavente, frente al Ministerio de Justicia. Soportaron en tan precarias condiciones dos sofocantes veranos y un invierno muy crudo, en el que se sucedieron fuertes heladas, nieve y bajísimas temperaturas.

Cuando parecía casi imposible que algo pudiera cambiar para esta familia, en el frío invierno del mes de febrero de 2010, el Doctor Ignacio Frade se topó con la familia en la misma Plaza de Jacinto Benavente donde estaban acampados. El Doctor Frade, en el año 1989 era un joven médico en prácticas que se encontraba de aprendiz en aquel quirófano el día de la operación de Antonio.

Frade se acercó a Juana, la madre de la víctima para conocer ¿Porque estaban allí acampados?. Juana le comentó que jamás habían sido indemnizados y que incluso estaban en la calle al haber una orden de embargo de su vivienda. Por su parte el doctor afirmó a Juana que siempre tuvo el convencimiento de que el cirujano había sido absuelto y el anestesista condenado. A partir de este momento, el doctor, conmocionado por la historia, expresó a la familia su deseo de testificar y contar lo que observó en el quirófano, dando un vuelco inesperado al caso.

 

 

NUEVA VISTA DEL CASO:

El Alto Tribunal celebro en noviembre de 2010 una audiencia tras admitir, a instancias de la Fiscalía del Supremo, un recurso de revisión de sentencia firme interpuesto por el abogado de la familia.

Ahora, la Sala Primera de lo Civil del Supremo deberá decidir si revoca la sentencia, postura de la que está a favor la Fiscalía del Alto Tribunal.

"El anestesista no estaba y se avisó a la enfermera auxiliar para que le llamara. A los minutos llegó. Le levantó los paños y comprobó que el tubo de anestesia a través del cual respiraba estaba desconectado. Dijo; ¡Dios mío, está desconectado!", ha recordado el testigo.

Se produjo una desconexión de la parte exterior que le unía al respirador. No se le suministró oxígeno y sufrió una apnea transitoria que le llevó a un daño cerebral", ha precisado el médico especialista.

El recurso de revisión examinado impugnaba el fallo que condenó a los padres de Meño a pagar 400.000 euros por las costas procesales, así como al embargo de su casa.

Al inicio de la vista, el representante del Ministerio Fiscal se mostró partidario de tomar declaración a los testigos propuestos por el abogado Luis Bertelli, que defiende a los afectados.

En su interrogatorio, el abogado de la clínica inquirió duramente al testigo acerca de por qué el cirujano no comprobó que el tubo estaba desconectado tras la arritmia detectada, a lo que éste respondió: "esa anomalía la tiene que comprobar el anestesista". "Jamás debió ausentarse del quirófano si es un buen profesional", replicó al abogado.

Por su parte, el anestesista aseguró que no le consta que en la sala de quirófano hubiera ningún aprendiz y que durante la operación no se desconectó el tubo. A preguntas sobre si se encontraba en dos intervenciones al mismo tiempo, ha respondido que 'nunca' se hace eso durante una operación.

Antes de que se iniciara la vista, la madre de la víctima aseguró que en el procedimiento ha habido "muchas mentiras y muchos cobardes". "Mi hijo entró sano en el quirófano y me lo devolvieron así", ha manifestado Juana, quien ha calificado al nuevo testigo como "un valiente".

El abogado de la familia sostuvo que los hechos judiciales de la sentencia del Supremo no se sustentan porque hay muchas irregularidades y contradicciones. La familia aspira a que el Supremo anule la sentencia y devuelva la instrucción para que se complete con la nueva prueba y se celebre un nuevo juicio.

El Alto Tribunal admitió la demanda por el testimonio de Frade, que aseguró que durante la intervención, el anestesista Francisco González, se ausentó y no estaba presente cuando él mismo se percató de que se producía una alteración en la frecuencia del ritmo cardiaco de Meño.

El 17 de noviembre de 2010, el Tribunal Supremo anula finalmente los fallos anteriores. Tras este hecho, la familia de Antonio Meño regresó a su casa después de 522 días acampados.

Este caso fue una negligencia médica. "Los padres de Antonio, dos sexagenarios de Móstoles, ya son mayores y no pueden atenderlo. Necesitan una indemnización económica para que alguien le siga cuidando cuando no estén", comentó en su dia la compañera de despacho del abogado defensor.

El 28 de abril de 2011 se celebró el primer acto de conciliación, y tras una primera falta de acuerdo económico, el 14 de julio ambas partes firmaron un pacto por el que la familia de Meño recibió una indemnización de 1.075.000 euros, lo que puso fin a 22 años de litigio.

Los padres de Meño señalaron que habían aceptado el acuerdo porque no tenían fuerzas para otro juicio, aunque tenían la sensación de haber "vendido" a su hijo.

Así, al salir del juzgado, la madre de la víctima, Juana Ortega, reconoció entre lágrimas; que se había llegado a un acuerdo "miserable" con el que se sentía "muy mal, prácticamente humillada", pero que "no tenía fuerzas para seguir adelante" y enfrentarse a otro proceso durante diez años, por lo que hizo caso a los abogados.

 
El 28 de 0ctubre de 2012, Antonio Meño Ortega falleció en el municipio madrileño de Móstoles tras 23 años en coma. Su familia batalló durante 18 años para que se reconociera el error médico, hasta que finalmente el Tribunal Supremo les dió la razón.

FUENTES:
noticias.terra.es
ccaa.elpais.com/ccaa/2012/10/30/madrid/1351591777_191896.html

 
OTROS ENLACES:

www.abc.es/20101102/local-madrid/juana-lleva-hijo-coma-201011021151.html?loomia_ow=t0

www.abc.es/20101103/local-madrid/entrada-meno-supremo-201011031207.html

www.cuartopoder.es/rojosobrenegro/antonio-meno-punto-y-final/385

www.telegraph.co.uk

 
BLOG SOBRE EL CASO DE ANTONIO MEÑO ORTEGA:
antoniomeortega.blogspot.com.es

 

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