Relato de la experiencia de una persona con gran discapacidad
en una oposición.
Hola, soy una persona con estudios de formación profesional de primero y
segundo grado. Padezco una enfermedad degenerativa sin tratamiento por la cual llevo mas de
quince años desempleado (15) dadas mis dificultades de desplazamiento y las limitadas
condiciones laborales que la enfermedad me causa en este sentido. Así mismo tampoco cobro pensión por
incapacidad laboral dado que desde que terminé mis estudios hasta mi último empleo a fecha de la aparición de
mi enfermedad allá por 1992. A penas coticé dos años de trabajo, que fueron insuficientes para el cobro de dicha pensión.
Por ello soy perceptor de una pensión social no contributiva de 460 euros, con la cual como comprenderán
no tengo ninguna prosperidad, ni porvenir pues eso no llega ni para
el pago del alquiler de una humilde vivienda.
Debido a la enfermedad, estoy en una silla de ruedas con un grado de discapacidad de 80%.
Les voy a relatar en forma positiva una historia similar a esas que acontecían a Don Quijote y Sancho cuando trataban de
pernoctar en las ventas y hospederías de Castilla, terminando manteados, aunque en mi caso no precisamente
por no pagar. Una experiencia que he vivido en fecha reciente la cual deseo compartir con ustedes porque creo que
de todo ello probablemente “todos” podremos aprender algo nuevo.
Hace unos meses obtuve los resultados de una oposición a cuya convocatoria me presenté y de cuyo nombre
no quiero acordarme porque por otro lado eso es para mi lo menos importante, la cual entre las tasas,
los libros y manuales que he comprado para un mejor estudio y las facturas de taxi de los días de examen,
me ha supuesto en torno a los 100 euros (1/4 de mi pensión no contributiva de un mes).
Una oposición, en cuyo primer examen denominado prueba teórica quedé clasificado entre los 100 primeros participantes con
mas alta puntuación del total de 700 personas que nos presentamos (con y sin discapacidad) para un número
de 115 plazas, y para lo cual uno de los requisitos era estudiar la Constitución Española y diferentes
normativas vigentes relacionadas con legislaciones sociales, laborales y administrativas.
Por mi puntuación obtenida en esa primera prueba cuyo resultado me motivó bastante, pude acceder a la segunda
denominada "prueba práctica", la cual estaba lejos de lo que yo entendía como
"una prueba de habilidades prácticas relacionadas con los puestos de trabajo a desarrollar" que yo pensaba que iba a realizar
en una oficina, frente a un ordenador, frente a una centralita telefónica u en otros acometidos de la categoría para la que
me presentaba, resolviendo alguna situación real. Una prueba para la que quedamos clasificados en torno a 300 personas
(unos seis con discapacidad) que consistió en un examen de preguntas tipo test sobre supuestos prácticos con una alta
similitud a una prueba teórica "no práctica" y dos ejercicios corregidos de forma manual, siendo uno de ambos de
informática frente a un PC para valorar conocimientos a nivel usuario, el único que mas se
me pareció a una prueba práctica y que superé con un resultado aceptable, unos 7 puntos sobre 12.
En toda esta segunda prueba que englobaba esos tres ejercicios, obtuve una puntuación bastante mediocre como consecuencia
de la escasa puntación obtenida en uno de los ejercicios corregidos de forma manual que era concretamente un comentario
de texto, al que había que dar solución con solo dos palabras y una frase, y sobre el cual no me fue posible
ni comparar mi resultado con la respuesta correcta, pues no se facilitó tras la prueba su solución optima.
Finalmente, mi puntuación total (nota media del primer examen teórico, mas todas las llamadas pruebas prácticas)
se quedó a falta de cuatro puntos para alcanzar los 50 necesarios para superar el proceso, por lo que quedé desclasificado.
En mi situación, realicé un esfuerzo sobre humano para poder estudiar los contenidos que "agudizando el ingenio"
tuve que buscar en Internet, etc.., pues no encontré temarios publicados a la venta, nadie que me los facilitara,
ni opción a prepararlos en academia alguna.
Academias de preparación de oposiciones, las cuales por cierto escasamente tienen
en cuenta a las personas con gran discapacidad como yo, pues quise prepararme un poco mas para mejorar mis medianos
conocimientos mediante un cursillo en una de ellas que está próxima a mi domicilio a la que tenía que acceder subiendo un
complejo escalón con mi silla de ruedas, requiriendo la ayuda del personal de dicho centro y disimuladamente me dijeron
que no podían atenderme, que mejor me fuese a otra mas accesible.
De este modo, dado que en mi distrito no existe otra próxima a mi domicilio que sea accesible, opté por preparar
todo por mi cuenta mediante unos libros de ejercicios que compré en la Casa del Libro de
Gran Vía.
Por otro lado, mi esfuerzo sobrehumano para esta prueba viene debido a que además de las limitaciones y fácil
agotamiento que me causa mi discapacidad, carezco en mi domicilio de un espacio suficiente y condiciones para estudiar
debidamente. Dado que la primera prueba fue en época de verano, pude prepararla sentado todas las tardes en una mesita
de campo de las existentes en un parque próximo a mi domicilio al que me iba todas las tardes con mi silla de
ruedas hasta caer la tarde. El buen tiempo de verano me ayudó mucho para todo ello y así aprobé la primera
parte con un resultado que consideré bueno, a pesar del nerviosismo propio de un examen que a veces traiciona
y hace que salgan las cosas peor que los conocimientos que uno posee.
El segundo examen, que fue en pleno diciembre, época de mucho frío, me ví con serias dificultades para
prepararlo, asimilando unos temarios para ampliar y recordar los conocimientos de secretariado que obtuve en la
librería especializada antes mencionada. Me ví con serias dificultades para el estudio porque en mi distrito
no hay biblioteca pública y tuve que desplazarme a la mas próxima en un autobús repleto siempre de viajeros y
al que no siempre puedo subir pues depende de que no traiga muchos viajeros o de que no traiga a bordo un carrito de bebe en
la plaza reservada para personas con movilidad reducida ya que en tales casos según el reglamento de autobuses, no podemos
subir y debemos de esperar al siguiente. Algo que me ocurre muy a menudo cada vez que utilizo ese transporte.
Por todo esto debía todas las tardes de permanecer inmóvil largos ratos en la parada con un frío atroz,
llegando a dicha biblioteca a veces bastante cansado por mi enfermedad, para estudiar en una sala saturada de personas
estudiantes porque la planta de arriba de dicho lugar que ocupa el 50% de la misma está sin servicio por reforma,
siendo a veces difícil la concentración en tales condiciones. Y para la vuelta al domicilio, debía de padecer el
mismo problema.
Evidentemente y a pesar de la discapacidad, al no alcanzar la puntuación mínima exigida de 50 puntos
para todos los candidatos no fui seleccionado, habiendo superado tal nivel de puntuación tan solo dos
discapacitados que tuvieron puntuaciones mas altas que otros aprobados sin discapacidad.
Dos personas con discapacidad que serán las únicas que opten a cubrir el cupo de plazas reservadas del total de 115 plazas
(y ninguno de ambos con gran discapacidad, pues ni muletas ni silla de ruedas llevaban). El resto sin cubrir las
darán por desiertas porque dirán que los otros participantes con discapacidad no alcanzamos el mínimo exigido.
Después de toda esta experiencia no se si me presentaré de nuevo a otras convocatorias de empleo público, dado el
inmenso esfuerzo, tensión y estrés que he padecido durante todo el período que han durado dichas pruebas.
Viendo todo este desinterés, desconozco las condiciones laborales que me hubiesen aguardado de haber aprobado.
Sinceramente no se si repetiré la experiencia, muy probablemente "no", aunque me vuelva a enterar de otra convocatoria
abierta. Lo único positivo es que todo ello me ha ayudado sin duda alguna a levantar la autoestima, tras quince años sin
empleo y a penas sin saber si aún sería capaz de estudiar y organizarme como en mi época de estudiante cuando aún
no padecía discapacidad ni enfermedad alguna. Lo cual hice creo que bastante bien.
Con todo, mi deseo ya no está en poder aprobar otra convocatoria porque si les soy sincero me siento muy cansado
para ello y siento que las condiciones no son las que necesitamos las personas en mi situación, ni en cuanto a la
selección ni en cuanto a los puestos de trabajo, condiciones laborales, etc…. Máxime cuando además, dentro de las
plazas reservadas para personas con discapacidad no existe una diferenciación ni preferencia para una persona que
concurre a una convocatoria con una gran discapacidad cuyo grado de minusvalía es superior al 75% u 80%
“la cual posee unas muy graves limitaciones y dificultades incluso para desarrollar un puesto de trabajo”
respecto a otras personas que concurren con un grado mínimo de discapacidad de 33%. Todo lo cual es una clara e
injusta desigualdad y discriminación para quienes padecemos una alta discapacidad y nos vemos en la necesidad de intentar
lograr un puesto de trabajo debido a que cobramos una precaria prestación social no contributiva de 460 euros que no es
suficiente ni para vivir ni para afrontar las gastos cotidianos que una enfermedad de este tipo genera.
Pienso de forma honesta, en la felicidad que deberán sentir aquellos que en estas fechas saben ya que han aprobado
una convocatoria de empleo fijo de este tipo. Quienes saben que seguro tienen ya una plaza fija,
un buen empleo, un futuro bonito por delante en un momento social y laboral
incierto y lleno de eventualidad como el que vivimos. Personas que saltan y corren, que rebosan salud y vitalidad,
que ven a partir de este momento una vida mas estable y segura llena de sueños que se harán realidad.
Mi sentimiento es noble, sincero y sin malicia alguna pues quienes
hoy tenemos una severa discapacidad como la que yo padezco, por la que tenemos muy quebrada la salud;
aún si aprobamos una oposición de este tipo, no podemos ver la vida con esa ilusión que ofrece la salud y vitalidad.
Nosotros tenemos todo muy complejo, con trabajo o sin trabajo porque no hay condiciones adecuadas
para nosotros, ni tan siquiera laborales. ¿Habría un programa especial u horario convenido para mi enfermedad en una
empresa así? O tendría que empezar a pelear para ello con reclamaciones y enfrentándome a directivos después de haber
aprobado para hacer entender todo ello a falta de planes y organización laboral
para estas situaciones.
¿Cuál sería el salario si la jornada por las condiciones de salud se viera
notoriamente reducida?¿Sería suficiente para hacer frente a los elevadísimos gastos de la vida? ¿Quedaría reducido
a una cantidad similar a la prestación social no contributiva que recibe alguien como yo que no supera los 460 euros
mensuales? La cual por cierto se nos quita cuando superamos un sueldo de 600 euros al mes.
¿Podría vivir dignamente con una cantidad así? Y en cuanto al transporte para asistir al lugar de trabajo,
¿Me garantizaría alguien un transporte adaptado para poder llegar hasta el puesto de trabajo diariamente dada
mi enfermedad?. Sinceramente no lo se, (ante cualquier empleo eventual nadie lo garantiza, solo tus propios familiares si
te pueden llevar en un vehículo particular). Todo incierto.., nada se sabe de toda esta incertidumbre cuando
alguien en mi situación se presenta a una convocatoria de empleo público.
Numerosos discapacitados tenemos serios problemas con el factor transporte para acceder diariamente a un puesto de trabajo.
Muchos compañeros co-pagan los servicios de un taxi que son carísimos porque las ayudas no cubren la totalidad del coste de
este servicio, reduciendo aún mas su escaso salario.
A otros, les llevan sus propios familiares en un coche de la familia
“los que lo poseen” y tienen quien les pueda llevar. A mi nadie me ha ofrecido nunca soluciones en esta materia,
ni la misma administración cuando le he planteado el problema frente a una oferta de empleo privado porque la primera
solución es. "¡Costéate tu mismo esos gastos hasta que pasados seis meses comiences a percibir parte de la ayuda!",
y eso implica que desde el primer día comienzas a abonar a un taxi adaptado la descomunal cantidad de 20 euros por
carrera (40 euros diarios). Da risa porque probablemente esa cantidad ni la ganaría en una jornada partida o a tiempo
parcial, de modo que ¡pondría dinero para ir a trabajar!. No se si se comprende la absurda situación, a
demás ¿Quien puede ir a trabajar en taxi? incluso con subvención ¡menuda ruina seremos así para el gobierno!.
Y es que lo cierto es que no se puede ir a trabajar en taxi porque no lo hace ni el director de una gran empresa.
¿Como pretenden que lo hagamos las personas con discapacidad? ¡Es surrealista!.
Con este tipo de enfermedades, ¿no se que será mas rentable si trabajar o no trabajar? y perder la autoestima y dignidad
como persona si a todo ello añadimos que cualquier discapacitado con un contrato laboral estable sufre además la
exclusión de subvenciones para la adquisición de ayudas técnicas, bonos de autobús u otros transportes
públicos colectivos, acceso a rentas bajas de viviendas sociales.
Además de ello sumemos el severo e injusto descuento en nomina que se realiza a personas con discapacidad.
En definitiva, que en nuestro caso y cuando se trata de una enfermedad; pocas veces brilla el sol en nuestro alrededor
si no lo hacemos brillar nosotros mismos a veces soñando utopías. Probablemente nos sale mas económico y nos duele menos
la cabeza y el físico quedándonos en casa. Pero esto es humillante para nosotros y avergonzante para la sociedad
cuando poseemos estudios y conocimientos que podrían ser de provecho para todos, cuando con muchísimo
esfuerzo desarrollamos unos estudios, una carrera, una formación.., de la que nos gustaría
poder entregar algo a la sociedad, aunque sea mínimamente.
Deberían de aplicarse otros métodos evaluadores en las oposiciones y especialmente ante estos casos,
donde pueda verse y demostrarse verdaderamente el esfuerzo y el interés de quienes se presentan a una de estas plazas.
Mientras tanto, y en especial a las personas con una compleja discapacidad, no nos queda sino continuar durmiendo el
sueño de los tiempos mientras vemos pasar la vida de nuestros contemporáneos y la nuestra….
Con todo, deseo felicitar de corazón a quienes han aprobado una oposición de este tipo con y sin discapacidad, rogándoles
que valoren siempre lo que han obtenido y que no olviden y se solidaricen siempre desde sus puestos con
quienes padecemos una discapacidad y llevamos años y años sin empleo, sin ser escuchados y
luchando por un puesto de trabajo que nos permita mejorar nuestra situación económica y social.
Si han llegado leyendo hasta aquí, solo me queda agradecerles muy sinceramente el tiempo que me han dedicado,
rogándoles concienciación y que conciencien a otros sobre este problema si ello está en sus manos.
Un saludo.
Proyecto Abedul - 2007. (Actualizado en 2012).