Cuaderno marginal de la discapacidad de Proyecto Abedul.

 

Experiencias:
Problemática social de los grandes discapacitados.
Relato de dos experiencias personales.

Discapacitado adulto.

Desde hace mas de 35 años sufro una discapacidad que me obliga a permanecer en una silla de ruedas. Mis estudios son a nivel universitario (ingeniería técnica) y vivo desde mi infancia con mis familiares.

Cuando era un niño, tenia ilusiones de que mi vida iba a cambiar de adulto y podría ser una persona con vida independiente, por lo que puse mucha ilusión en mis estudios para que eso cambiase. Pero poco a poco esa ilusión la he ido perdiendo cuando nunca he tenido una oportunidad laboral al finalizar mi carrera debido a las graves barreras de movilidad y a que nadie ha logrado aportarme soluciones.

No tengo medio de transporte para llegar a un trabajo y mi familia no puede llevarme. Ya cuando estudié me veía con muchísimas dificultades para asistir a las clases por ese mismo problema y pude llegar gracias al favor y voluntad de mis compañeros cuando podían venir a recogerme en sus coches particulares y cuando no pues me llevaba mi familia.

Después de 25 años el problema no ha cambiado nada. He venido padeciendo siempre para el trabajo el mismo problema que nadie me ha solucionado, y tengo claro que los empresarios nunca van a venir en su coche a buscarme a casa.

He tocado todos los palillos y he llamado a todas las puertas habidas y por haber. Me he presentado tres veces a oposiciones y no he sacado nada. La verdad es que a estas alturas de la vida mi impresión es que de nada me han servido mis estudios, nadie me ha ayudado y vivo cual si fuera un total analfabeto porque nadie me ha facilitado empleo ni ayudas.

La pensión no contributiva que cobro de 400 euros se la dan a mi familia en concepto de minusválido a cargo. Me encuentro siendo adulto en la misma situación que cuando tenia 4 años.

La depresión, el desencanto, la falta de ilusión y la desconfianza en la política y en la sociedad es la peor cosa que le puede pasar a un ser humano. Y esto ocurre cuando uno se da cuenta de que ya no le quedan puertas abiertas a las que llamar.

Anónimo - 2008.

 

Discapacitada de 26 años.

Soy discapacitada dependiente, tengo 26 años y pertenezco a una familia con un nivel económico aceptable, aunque con una mentalidad muy tradicionalista y paternalista. Por ello ni siquiera puedo plantear mi independencia fuera del núcleo familiar con su ayuda, aunque existan recursos económicos suficientes para ello. Ello es imposible por el tipo de mentalidad que tienen, de la que no les culpo porque proceden de tiempos pasados, donde se nos veía a los discapacitados como a seres incapaces y meros objetos de lastima. Todo ello lo tienen tan dentro y tan arraigado que no hay manera de que ya cambien ni un mínimo, siendo un modelo de familia “ideal y excelente” a la vista de la sociedad y del entorno que nos rodea.

A pesar de que tengo estudios de administración y secretariado (FP II) nunca he trabajado porque nadie me ha ayudado y mis dificultades para encontrar un empleo son muchas, siendo una de ellas el hecho de vivir en un entorno aislado en donde no hay cerca ni línea de autobús, solo taxi cuando se le pide y otra porque mi familia nunca me ha apoyado para ello.

De esta manera comprenderán que no tengo recursos propios, por eso estoy bajo la tutela familiar y creo que siempre lo estaré. Siempre que salgo me acompañan casi obligatoriamente por lo que a veces me siento bastante agobiada y carente de libertad y por supuesto salir sola de ocio ni hablar de eso, si alguna vez lo hago es con primas o familiares como escolta. Por supuesto del tema sexual, ni hablar, eso es algo que dadas mis condiciones de falta de intimidad y dependencia tengo completamente descartado y por supuesto ni hablar de ese tema en casa.

Por el nivel adquisitivo de mi familia no recibo ninguna ayuda del Estado ni de la comunidad autónoma donde resido "ni para ayudas técnicas ni para pensión" porque el nivel económico de la unidad familiar sobrepasa los limites para que concedan tales ayudas. Por eso la pensión no contributiva tampoco la conceden a mi nombre ya que vivo bajo el mismo techo familiar. Paradójicamente dicha pensión se la dan a mis padres por hija minusválida a su cargo, solo que aminorada en dos pagas, aunque el Estado les compensa para que se desgraven en hacienda, por tener una hija de 23 años minusválida a su cargo.

- ¡Vaya una forma de facilitar nuestra independencia! Es algo que me parece tan humillante y vergonzoso.., porque es un modo de hacernos sentir a los discapacitados que no somos ni personas ni tenemos derecho a nada, aunque seamos mayores de edad. Es así de triste pero lo cierto es que así están las cosas. Para que luego digan de nuestra independencia.

Al tener recursos económicos suficientes mi familia pues resulta que tampoco puedo pedir una vivienda social, así que es la pescadilla que se muerde la cola. Y a todo ello yo me pregunto: - Pero si mi familia no desea que yo me independice ni quiere colaborar en ello y nadie me da esa ayuda por otra parte; entonces; -¿Quien me reconoce ese derecho? ¿No dicen que es un derecho?

Creo que dado como están las cosas, no se nos considera personas, sino simples objetos inertes, carentes de derechos, necesidades o sentimientos. Vivimos bajo la tutela de familiares, como en las época de mis abuelos, quedando relegados a meros objetos de lastima. Esta realidad social influye muy negativamente en las familias tradicionalistas como la mía, porque ven reforzada su ideología impidiendo toda mínima posibilidad de cambio en ellos.

Las personas con discapacidad soportamos unas condiciones y leyes que hacen imposible que podamos independizarnos y ser nosotros mismos, y así; mientras que estamos encerrados.., no se nos ve y es como que no existiéramos para la sociedad.

¿Qué Gobierno puede presumir de que ha hecho algo por los discapacitados cuando vivimos de tal manera? Creo que todo esto es humillante y que encima hablen de que han creado derechos para nosotros es patético porque no se ven por ningún lado. El mismo nombre de ley de "dependencia" lo dice todo.

Anónima - 2008.