Cuaderno marginal de la discapacidad de Proyecto Abedul.

 

Experiencias:
Dificultad para viajar con una silla de ruedas en autobuses adaptados
debido a la falta de mantenimiento de las rampas y a una escasa
concienciación de algunos conductores hacia las personas
con silla de ruedas o movilidad reducida.

 
El pasado 19 de agosto de 2010, hube de viajar desde la ciudad de Madrid a una localidad próxima de la periferia con mi silla de ruedas, utilizando una de las numerosas líneas de autobuses interurbanos que cubren estos trayectos (empresas de S.P. privadas).

En el viaje de ida, y nada mas llegar el autobús a la parada, pedí al conductor que me sacara la rampa. Me dijo que no me preocupase, porque él mismo me iba a ayudar ya que "la rampa no funcionaba".

Al bajarse y comprobar que mi silla de ruedas era eléctrica (de bastante peso y complicada para ser subida al autobús con ayuda y sin rampa), trató de sacar la rampa manualmente, para lo cual y según pude observar; llevaba atado a su extremo "de forma casera" un cable de acero para poder tirar de ella.

El conductor lo intentó, pero al tirar el cable se rompió, por lo que al no poder sacarla, hubo de emplear mucha dedicación y esfuerzo en ayudarme. Habiendo de apoyar las ruedas delanteras de mi silla en el piso del autobús y levantar la parte de atrás con suma dificultad debido al peso del motor y al mío propio.

Finalmente lo logró, lo que para mi fue muy de agradecer, e igualmente al llegar al destino.., su dedicación fue total para ayudarme a bajar del mismo modo. Agradeciendo por mi parte su gran amabilidad en todo momento, que para mi valió mas que toda la tecnología en servicio.

Al regresar a Madrid horas mas tarde, una vez en la parada y al aproximarse el primer autobús; le indique con la mano mi intención de subir, pero ví que el conductor ni siquiera me miró, por lo que intuí que o no me vio o trataba de obviarme.

Por ello, me aproximé a la puerta de entrada por la que subían los demás viajeros, y le pedí por favor que me sacase la rampa. El señor ni me miró ni respondió, por lo que unos jóvenes que iban a subir, le insistieron en que sacase la rampa para que pudiera subir con mi silla de ruedas.

El conductor solamente se dirigió a ellos y les dijo que me ayudasen a subir.

Al escuchar la respuesta, le pedí nuevamente que me sacase la rampa, explicándole que la silla es eléctrica y debido al peso del motor es complicado subirla con ayuda, además de ser un riesgo porque puede dañarse al cogerla, y que por favor probase la rampa, porque si no funcionase.., prefería coger un taxi.

El conductor no me hizo ningún caso, e insistió nuevamente a los jóvenes para que me ayudasen, y ellos a su vez le repitieron lo que yo estaba diciendo.

Era patética la situación porque parecía que yo hablase otro idioma y esos jóvenes fueran mis traductores.

Unos viajeros con su buena voluntad intentaron incluso subirme al autobús sin haberles dado permiso para ello, habiendo de insistirles en varias ocasiones para que no levantasen la silla sin mi permiso.

Al final, el conductor bajó y extrajo la rampa automática del mismo modo que el otro conductor, tirando de un cable acerado atado al extremo de la misma, porque al parecer el mecanismo no funciona.
 

He de resaltar que hay autobuses nuevos que llevan unas rampas manuales insertadas en el piso del autobús, las cuales se extraen "desplegándolas mediante una bisagra", utilizando para ello un tirador apropiado que llevan instalado. Pero este caso no era similar, pues las rampas iban situadas bajo el piso del autobús, "siendo automáticas" aunque sin funcionamiento ni adecuada conservación, por lo que al parecer han optado por convertir el mecanismo en "manual".
 

Una vez extraída la rampa, el conductor finalmente me ayudó a subir.

Acto seguido, cuando se subió a su puesto de conducción; comenzó a hablar en voz alta quejándose de que era una vergüenza que esos jóvenes hubiesen estado exigiendo y ni se habían molestado en subirme, de modo que al final hubo de mancharse las manos para sacar la rampa.

- Fíjense como me he puesto con la dichosa rampa, y todo porque ni les ha dado la gana de subirle.-
Exclamaba el conductor en voz alta.

Posteriormente, fui con mi silla de ruedas al puesto del conductor y le entregué un billete de diez euros para que me cobrase el correspondiente billete, toda vez que le advertí que esos jóvenes a los que recriminó; no me acompañaban, ni tampoco tenían ninguna obligación de subirme, y aún menos en contra de mi voluntad.

Volví a mi puesto y una señora que iba sentada muy próxima, dijo que era una vergüenza esta juventud, que no ayudan nada, y a mi me dijo que yo me tenía que haber dejado ayudar.

Hube de responderle amablemente y un tono audible para el resto de viajeros y el mismo conductor; que con una silla de este tipo no es sencillo subir con ayuda, en primer lugar por el peso y en segundo lugar porque si al ayudarme, alguien sin querer la coge mal, y se cae, lo menos que puede pasar, a parte de lastimarme a mi, es que se dañe el motor.., y que estas averías cuestan muy caras, y en un caso así nadie las costea.

Así mismo, le expuse que esos autobuses llevan rampa y ha de utilizarse cuando es preciso.

Creo que aún con todo no convencí demasiado a la señora, porque me respondió:

- Es que ustedes lo saben todo. -.

Al final, una vez en mi destino, el conductor se bajó, extrajo nuevamente la rampa tirando del cable atado al extremo de la misma y me ayudó a bajar.

Considero que no es normal que a estas alturas, después de tantos años en los que ya llevan existiendo autobuses de piso bajo (adaptados para personas con silla de ruedas) sigan pasando estas cosas, tanto en lo que se refiere a la deficiente atención de un numero aún considerable de empleados “que tienen un muy bajo criterio de las personas con movilidad reducida” y que se traduce en un descortés y mal educado trato, como en lo referido al muy deficiente mantenimiento de rampas y elevadores en este tipo de líneas, y no solo las mencionadas en este escrito, sino también en otras muchas.

 

Quisiera que el relato de esta experiencia que para mi, si bien es un granito mas de frustración y malestar por el desprecio y exclusión que me hace sentir, y no es algo nuevo porque me ocurre con muchísima frecuencia cada vez que utilizo las líneas de autobuses interurbanos que unen distintas localidades: sirva como mínimo para crear una conciencia en los organismos públicos responsables de velar por el buen funcionamiento de estas cuestiones. De modo que estas situaciones y circunstancias dejen de acontecer en este tipo de líneas interurbanas.

Haciéndose precisa una inspección periódica de estos sistemas de acceso a los autobuses, a fin de exigir a las empresas su correcto mantenimiento y estado de funcionalidad, así como unos debidos cursos formativos a los empleados en toda esta materia, y si cabe me atrevería a decir “de educación cívica y buen comportamiento” que les ayude a mejorar su concepto de las personas con discapacidad, junto con sus modales, trato y cortesía hacia los viajeros.

 

P.D: A veces viajo a otros lugares en los que me sorprende y admira mucho encontrar líneas de autobuses interurbanos (también empresas privadas) en los que existe siempre un trato excelente hacia las personas con discapacidad. Por lo que ni siquiera hay que señalizar al autobús para que se arrime a la parada y en todo momento los conductores demuestran suma atención y agrado cuando ven una persona con silla de ruedas esperando para subir.

Deseo que mi experiencia sirva para que esta situación mejore en todos los lugares de nuestro país donde ocurre.

 

 

Enrique G Blanco.
Viajero con silla de ruedas.
Autor de Proyecto Abedul. 2010.